Juan del Junco (Jerez de la Frontera, Cádiz, 1972) es Licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla y Doctor en Bellas Artes por la Universidad de Málaga.
Desde pequeño muestra su interés en el estudio y el conocimiento de la naturaleza, especialmente las aves y los insectos por influencia de su padre, experto en ornitología y entomología, lo que le conduce a una investigación y reflexión constantes de la relación entre arte y ciencia.
Su trayectoria artística empieza con The Richard Channin Foundation (1999-2002), colectivo artístico que funda junto a Miki Leal y Fernando Clemente. Desde ese momento ha estado presente en una treintena de exposiciones individuales o colectivas, cosechando numerosos premios. Esto unido a su faceta docente, ya que también es Profesor Adscrito al Área de Dibujo de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Málaga.
Tras completar la defensa de su tesis doctoral ha tenido la amabilidad de concederme esta entrevista que ahora tengo el gusto de compartir con vosotros.
1. De niño seguro que has tenido cerca algún adulto que te ha dicho aquello de: «¿y tú que quieres ser de mayor?». ¿Qué querías ser de mayor cuando eras niño?
Es muy extraño, pues recuerdo que cuando era niño lo tenía realmente muy claro, con tal claridad que, visto ahora, podría parecer una obsesión: quería estudiar biología.
De hecho, cuando niño, los regalos que más apreciaba era aquellos que tenían que ver con los “experimentos” asociados a las ciencias naturales. Tengo en mi memoria, por ejemplo, el libro La guía del naturalista de Gerald Durrell, o el volumen Guía práctica ilustrada para los amantes de la naturaleza de Michael Chinery, ambos editados en España cuando yo apenas contaba 8 u 9 años y que para mí resultaron ser verdaderos libros de cabecera. En ellos me perdí cientos de veces observando cada una de sus páginas -las cuales aún recuerdo a la perfección hoy en día- poniendo en práctica muchas de las actividades que en ellas se indicaban; prácticas que ocupaban mi tiempo de juegos y que, como todos los juegos, me eran sumamente placenteras.
Ese tipo de regalos, junto a ser testigo de muchas de las investigaciones ornitológicas de mi padre conformaron en mí la idea primera de “querer ser de mayor” biólogo.
Más adelante, con la adolescencia, mis intereses se diversificaron en varios campos, y ello hizo que cambiase los planes, o más bien perdiera el interés en estudiar algo relacionado con las ciencias.
2. Eres hijo de Olegario del Junco, arquitecto, reconocido ornitólogo y entomólogo. Socio fundador y primer Presidente de la Sociedad Gaditana de Historia Natural y varios años Presidente de la Sociedad Española de Ornitología. ¿Cómo encuentras un nexo entre las aves y el arte? ¿Has pensado en alguna ocasión en qué temáticas hubieses centrado tus series sin la influencia de tu padre?
Pienso que, en cierta medida, en mi infancia y adolescencia tuve la suerte de tener acceso a lo que yo denomino “una información privilegiada”. Y efectivamente ese acceso se debió a ser hijo de un presidente de la SEO; un hijo que, además, fue testigo “interesado” de sus investigaciones científicas (digo interesado ya que de entre los cinco hermanos y hermanas sólo yo entré en la fascinación por el mundo de las aves). Es decir, en mi casa, en la España gris del tardofranquismo, se estaba haciendo una ciencia, por así decirlo, “nueva” para el país, pues mi padre era un pupilo aventajado de D. Francisco Bernis, el científico que modernizó la ornitología en España. Este hecho produjo en mi mundo circundante la acumulación de toda la parafernalia de la ornitología; la que procede de su protocolo -los métodos de campo que se utilizan para estudiar las aves-, y la que deriva del lenguaje que aquella utiliza para comunicar sus resultados -miles de láminas, croquis, sistemas, fotografías, etc.-. Este material se ha conformado con un verdadero archivo de la memoria en el cual escarbo continuamente a modo de referencia.
Por otro lado, cuando comencé mi andadura artística, como todos los que salimos de una facultad de Bellas Artes, tuve que estar un largo tiempo investigando en la búsqueda de un lenguaje personal y en la definitiva aplicación de un mundo propio. Y eso llegó, aproximadamente a los 6 o 7 años de estar trabajando. Poco a poco fui siendo consciente de que había varias constantes que eran repetidas en mi trabajo. Muchas de ellas tenían que ver con un verdadero afán clasificatorio, o lo que es lo mismo, la enumeración de tipologías. Esto, antes de ir hacia el trabajo directo con las aves, lo estuve realizando focalizándome en la sociedad humana, trabajando en torno a una idea de lo que para mí representaba la “sociabilidad”, es decir, esa condición de animales gregarios que tenemos los seres humanos.
Al final, me di cuenta de que, si estaba hablando de taxonomías y comportamientos humanos en su condición de animales, era casi más honesto abordar esos modelos allí donde más disfrutaba, es decir, desde el cruce del arte contemporáneo con la ornitología. Este sistema de trabajo derivó en una máxima que hace de marco de referencia en mis proyectos: “únicamente trabajo sobe asuntos que me fascinan o asuntos que me atañen” y de ahí todo el trabajo que llevo realizando desde hace varios años, trenzando mis fascinaciones –las aves- y mi mundo personal o mi capacidad de reflexionar sobre aquello que me rodea.
3. Eres Licenciado en Bellas Artes por la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Sevilla. ¿Cómo recuerdas aquella época? ¿Por qué Sevilla?
Yo soy jerezano de nacimiento, pero, cuando mis hermanos mayores comenzaron a estudiar sus respectivas carreras universitarias nos mudamos a Sevilla con mi madre. Para mí, dejar Jerez y cambiar a una gran ciudad supuso un enorme choque; entre otras cosas, porque fue en esos años cuando empecé a considerar la idea de que la ciudad es una promesa de placer. Es por ello que mis intereses se transformaron con gran rapidez, dado que ante mis ojos, y no sin una enorme dosis de libertad, se abrió una puerta gigante en torno a la diversión. De hecho, he de reconocer -con cierto sonrojo- que, durante mis estudios de bachillerato y COU, no fui un estudiante modelo, así que durante varios años anduve sin rumbo. Recuerdo perfectamente que un día, en un camping conocí a alguien que estudiaba Bellas Artes en Sevilla. Esta persona me enseñó la facultad a la semana siguiente y, de repente, tuve la clarividencia de que era esa la carrera que buscaba, pues entre otras cosas siempre tuve cierta mano para el dibujo. En aquellos años para entrar en Bellas Artes se necesitaba pasar un examen de ingreso, por lo que me preparé concienzudamente y logré entrar, y de ahí hasta hoy.
Recuerdo todo como un paso rápido por los cinco años que duraban los estudios. La facultad de Sevilla era como una academia del XIX, con un programa de estudios basado enteramente en las habilidades manuales en relación a los procedimientos. Y yo, en cierto sentido, siempre me he rebelado contra las convenciones conservadoras. En ese sentido, durante los primeros cuatro años de la carrera, rechacé todo lo que rezumase a tradición artística. Es importante señalar que, debido a la influencia de mi madre -amante de la cultura en general-, en mi casa nos habíamos empapado de una noción moderna y contemporánea del arte, y esos estudios anclados en un siglo anterior hacían que sintiera rechazo por aquello que me enseñaban en las aulas. De hecho, sólo logro recordar con admiración pedagógica a un par de profesores, el resto sólo me enseñaron, o al menos lo intentaron, instruirme en habilidades manuales.
Por otro lado, la facultad me puso en contacto con personas que luego han sido muy importantes para mi; compañeros y compañeras de los cuales aprendí tanto que hoy en día, además de amigos, son referentes en mi carrera.
4. En quinto de carrera viajas a Inglaterra por el programa Erasmus. ¿Cómo fue la experiencia?
Me alegro que me hagas esa pregunta pues ese viaje podríamos considerarlo un viaje iniciático. En realidad era mi primer viaje de larga duración al extranjero y como tal tiene un enorme valor simbólico en mi vida.
Yo elegí The Winchester School of Art, en el Reino Unido. El primer día que llegué a esa facultad tan moderna, el tutor de Erasmus me enseño un pequeño espacio dividido entre paredes de maderas y me dijo “ese es tu estudio”. Imagínate el cambio: de esas aulas gigantes de Sevilla, repletas de caballetes y estatuas, de modelos y compañeros dispuestos en una medida disposición inamovible, pasé a un pequeño lugar propio donde únicamente había una mesa y una silla. El primer profesor que vino a ese espacio me dio varias instrucciones: “piensa un proyecto, escribe sobre él, explícalo a tus compañeros y hazlo”. Esa forma de enseñar arte supuso un descubrimiento radical para entender que el arte no estaba en las habilidades manuales, y que, al fin, ante mí se disponía un método moderno y contemporáneo de pensar y abordar la creación. De hecho, desde ese momento entendí que para emitir un enunciado artístico no eran necesarios caballetes, pinceles, lápices o papeles; una mesa bastaba para entrar en una dimensión que no me habían mostrado en Sevilla, la dimensión del proyecto. Aquellos eran los años del Young British Art y la todopoderosa mano de Saatchi, así que mis compañeros ingleses estaban obsesionados con hacer un arte libre, gamberro, extremo, el cual se colaba por todos los rincones de la escuela.
Esa mezcla de hacer proyecto, sentirse libre en la creación artística, no rendir cuentas a la mano habilidosa y atender a lo relacional fue decisiva para que, por fin, quisiera ser artista. Y, en cuanto volví a Sevilla, puse en marcha las sinergias con otros compañeros para dar el salto. A mi vuelta, mi máxima de trabajo era que quería “ser moderno” y así fundé, junto a Miki Leal y Fernando Clemente, The Richard Channin Foundation, en colectivo artístico que hizo de pistoletazo para mi carrera artística.
5. Eres Profesor Adscrito al Área de Dibujo de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Málaga, ¿El arte se puede enseñar? ¿El arte nace o se hace? ¿Qué opinas de aquellos que dicen que Bellas Artes es una carrera sin salidas?
Por supuesto que el arte se puede enseñar; si no fuera así, la dimensión científico-académica del mismo sería innecesaria. Hay cientos de miles de personas en el mundo abordando el arte como una investigación mensurable acerca de las cuestiones que al arte plantea. No ya desde la estética y la historia, sino también desde aquello que se ha denominado “la investigación basada en la práctica”. Es más, desde mi labor docente soy testigo casi todos los días de los resultados de nuestra labor de enseñanza. Lo puedes ver claramente en los profundos cambios que afectan al alumnado desde que entran en primero hasta que realizan el Trabajo Fin de Grado. Esa es una de las razones por las que me gusta impartir docencia en primer curso de carrera y, además, en el primer cuatrimestre. Es altamente satisfactorio como profesor ver cuan diferente es su visión del arte en esos primeros meses en la universidad y el cambio radical que sufren en muy poco tiempo: en apenas dos o tres años. Trabajamos en la Facultad para enseñar cómo se hace arte, cuáles son los vectores de distinta procedencia que hacen que surja la praxis artística, qué modelos metodológicos adoptan los artista profesionales, y de qué forma se hacen visibles los enunciados artísticos. El arte se hace, y se hace desde un complejísimo proceso sistemático que puede ser aprendido en las Facultades de Bellas Artes. Todo lo demás sería darle valor al modelo caduco del “genio creador” que con su mano hace aquello que nadie más puede hacer.
También he de señalar que este complejo sistema procedimental de “hacer” arte desde la óptica del proyecto es tan fértil y beneficioso que, cualquier alumno o alumna que lo desarrolle en la carrera podrá aplicarlo posteriormente a cualquier tarea. Atender al proceso creativo desde los niveles de exigencia presupuestos a los artistas es un gran entrenamiento para abordar trabajos al máximo nivel de autoexigencia. Es por ello que nuestro alumnado sale de la facultad adquiriendo una infinidad de competencias altamente versátiles aplicables a multitud de campos, con ello te respondo a aquellos que dicen que Bellas Artes es una carrera sin salidas.
6. Me he permitido pedir a tus alumnos de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Málaga que me sugieran preguntas para esta entrevista. Te hago una de muchas que me han enviado, y guardo el resto para otro momento. En una ocasión afirmaste en clase que no te consideras fotógrafo, y te preguntan ¿por qué no?.
Tal y cómo te comenté anteriormente yo procedo de un programa académico de una Facultad –la de Sevilla a finales de la década de los noventa- basada en una fortísima compartimentación disciplinaria. El dibujo era dibujo, la pintura era pintura y la escultura era escultura. Cualquier atisbo de salirse de los márgenes impuestos por las “reglas” de cada disciplina era impensable. La disciplina “Fotografía” que me enseñaron estaba constreñida al modelo “modernista” de la fotografía, basado en las propia especificidades del medio: la frase tan repetida de “el medio por el medio”.
Lamentablemente, durante aquellos años, no me dieron la posibilidad de saber –o no me enseñaron- que una parte del medio fotográfico había cambiado radicalmente por el concurso de, entre o otras cosas, Marcel Duchamp, el arte conceptual de finales de la década de los sesenta y principios de los setenta, y la contingencia discursiva del movimiento posmoderno.
Lo verdaderamente curioso es que esas referencias habían surgido casi un siglo antes, veinte años antes y seguían sucediendo mientras estudiaba, mientras que el modelo académico que recibía ignoraba por sistema cualquier posibilidad de romper con las fronteras disciplinarias [he de decir que la facultad de Sevilla ha cambiado bastante tras el ingreso de una serie de profesores y profesoras que trabajan en arte contemporáneo].
Así que, en cuanto comencé a ser artista -o mejor dicho: a querer serlo- me di cuenta de que esa fotografía aprendida no se correspondía con lo que yo veía en las exposiciones, museos, ferias de arte y los libros y revistas que consultaba. Tuve que desaprender y volver a aprender para poder acercar mis enunciados a lo que veía, dándome cuenta de que sólo rompiendo los bordes de la disciplina podría llegar a ello. Entre otras cosas aprendí que había una figura más libre, menos encorsetada por el medio, con capacidad de desborde que se denomina “el artista que utiliza la fotografía”, figura en la cual me siento cómodo para articular un discurso propio y producir formas mixtas.
Esa es la razón por la que, en primer curso de carrera, en los primeros días en que los alumnos y alumnas están en una facultad de Bellas Artes digo que, aunque mi trabajo está formado al 99 por ciento por fotografías, no me considere fotógrafo. Es como un aviso a navegantes: chicos, chicas, estamos en pleno siglo XXI, os queremos acordes con lo que se hace hoy en día en arte, sois libres del carácter disciplinar y de las máxima de los medios por los medios.
7. Continuando con la pregunta anterior, ¿Qué es un fotógrafo? ¿Se puede ser fotógrafo con poca técnica pero con buenos conocimientos de Photoshop? Vivimos en una época que por llevar una cámara encima prácticamente todos nos creemos capaces de hacer buenas fotos…
Todo lo que te he contado en la respuesta de la pregunta anterior no es una posición de enfrentamiento con aquellos que se consideran fotógrafos o fotógrafas, sino un aporte más a este enorme ente líquido que es la fotografía. Creo que la fotografía hoy en día está comprendida en una gran circunferencia en cuyos puntos tangentes se pueden colocar los múltiples usos y consideraciones frente al medio. La fotografía no es únicamente lo que hacen los fotógrafos y fotógrafas artistas; también es aquello que hace un perito de una compañía de seguros al fotografiar el golpe que te han dado en el coche, el fotógrafo de barrio que hace calendarios con los retratos de niños con gorros de Papa Noel en Navidad, o los mil millones de selfies que nos hacemos diariamente y que subimos a las redes sociales. Es decir, el medio fotográfico se ha inmiscuido de tal forma en nuestra vida, en nuestra sociedad, que es prácticamente imposible definirla y acotarla en una posibilidad de medio. Otra cosa es que hablemos de profesionalidad en sus usos y abordajes. Y también otra cosa es que hablemos de procedimientos, ya que una parte de la fotografía tiene que ver con su origen técnico; y, en este ámbito, los adelantos han sido tan espectaculares que Photoshop o el software que tienen nuestros teléfonos móviles podríamos considerarlos una técnica más.
En la primera mitad del siglo XIX varias personas en diferentes lugares del mundo se estrujaron el cerebro para poder fijar la imagen que se producía en la cámara oscura en un papel. Hoy en día hay miles de personas inventando todo tipo de programas que ayuden a ampliar el modo en que se hacen fotografías. Esta es una buena noticia, la técnica está ahí, cada uno es libre de hacer uso de ella: bienvenida sea.
8. En fechas próximas defiendes tu tesis doctoral titulada «Ornitología Emocional. Una metodología inter y transdisciplinaria entre la ornitología de campo y la práctica artística». ¿Es extraño volver al otro lado del aula? ¿Qué sensaciones se tienen?
Cómo bien sabes, ya me he doctorado, y ese ha sido el motivo principal de haber tardado tanto en contestar a tu magnifica entrevista, así que te voy a hablar desde la experiencia pasada.
Cuando comencé a trabajar en la universidad sabía que sí o sí debía realizar un doctorado, con lo que, de alguna manera, hacerlo suponía cierta obligación. Lo que no sabía en el momento en que me matriculé en el Programa del Doctorado era que el paso por ese proceso legitimador del mundo académico resultaría, de nuevo, un viaje iniciático. Y es que hacer una tesis doctoral cambia radicalmente el modelo de pensamiento que uno práctica, hasta el punto de que te podría decir que soy una persona muy diferente al “Juan del Junco predoctoral”.
También he de decirte que yo procedo de un mundo diametralmente opuesto a lo que es hacer un doctorado, ya que se podría considerar que durante veinte años de carrera artística he hecho casi siempre -por decirlo de un forma rápida- lo que me ha dado la gana. Cuando haces una tesis doctoral has de saber que existen unas normas, un lenguaje y unos procesos establecidos y que, no todo depende de uno mismo, sino que existen agentes legitimadores igualmente.
Por otro lado, aunque la elaboración de una tesis doctoral es un camino duro y solitario, estás acompañado de tus directores. En ese sentido, he de decirte que esa vuelta al aula que me comentas, donde de alguna manera te pones en manos de unos profesores que te dirigen, ha sido igualmente iniciática; pues de ellos he aprendido casi todo lo que sé ahora mismo en torno a la investigación artística académica; y créeme que eso es un verdadero lujo impagable, ya que he contado con la dirección de dos compañeros a los cuales admiro: los artistas y profesores Carlos Miranda y Javier Garcerá, a los cuales siempre estaré profundamente agradecido.
Ahora que ya soy doctor, y tras un pequeño y merecido descanso, me gustaría volver a retomar las investigaciones vertidas en la tesis, para así expandir lo ya realizado.
9. En la entradilla de la entrevista he comentado tu gran cantidad de exposiciones y premios. ¿Se expone para uno mismo? ¿Se expone para los demás? ¿Se expone para gustar? ¿Se expone para recibir premios? ¿Se expone para que te paren por la calle? ¿Se expone para…?
Se expone para emitir enunciados y que alguien los recoja y acoja. El arte es una hermenéutica y, como tal, necesita de un receptor de los mensajes emitidos. Los artistas trabajamos investigando en torno a reflexiones más o menos profundas, cuyos resultados son mostrados visualmente –aunque también textualmente- en exposiciones y obras. Siempre he pensado que una obra terminada guardada en el salón de mi casa contra la pared es una obra fallida, pues nadie captará lo que he querido decir con ella. Por otro lado, creo que el arte, o al menos el que yo hago, es una cadena de transmisión de asombros. Yo veo algo que me asombra, lo fotografío, lo produzco, alguien lo ve y se vuelve a asombrar, e incluso, puede transmitir su asombro a otra persona.
También hay que señalar que una vez que empiezas a producir obras artísticas y empiezas a exponer regularmente se crea una inercia muy placentera. En cierto sentido es como el que se sube a un tren en marcha y ya no se baja nunca, siempre aparece otra oportunidad, otra exposición, una beca, un premio… Y esa inercia bien llevada se denomina carrera artística; cuando menos te des cuenta llevas 22 años trabajando en ello.
10. ¿Qué pregunta te hubiese gustado responder? ¿me la respondes?
Pues te voy a responder la típica pregunta que siempre hacen en las entrevistas y que, por fin, en una entrevista no me han hecho: ¿en qué estás trabajando ahora mismo?
Estoy metido de lleno en el desarrollo de un proyecto que será expuesto en la galería que me representa en Madrid –F2 Galería- en septiembre de 2022. En este proyecto quiero trabajar sobre la filopatría; una condición que se puede observar en algunos animales –sobre todo en los migradores- según la cual estos vuelven a su lugar de origen. El concepto me sirve para formar el proceso alegórico, pues yo me considero filopátrico: siempre vuelvo a mis orígenes. Es esa la verdadera razón por la que mezclo arte contemporáneo y ornitología.
MUY PERSONAL
– Nombre completo: Juan José del Junco González.
– Lugar de nacimiento: Jerez de la Frontera (Cádiz).
– Fecha de nacimiento: 15 de abril de 1972.
– Una ciudad: Cádiz.
– Un libro: Guía de las rapaces ibéricas.
– Una canción: Aunque es de noche, (por supuesto por Enrique Morente).
– Una película: Ordet.
– Un actor o actriz: hoy Anthony Andrews en Retorno a Brideshead.
– Rasgo principal de mi carácter: ver más allá.
– Mi principal defecto: que no me callo cuando debería.
– En mi tiempo libre me gusta: ir al campo a observar aves.
– Mi sueño dorado: la estabilidad al fin.
– Mi escritor favorito: hoy Pier Paolo Pasolini, mañana otro u otra.
– Mi músico/cantante favorito: hoy Stan Getz, mañana otro u otra.
– Mi deporte favorito: Yoga físico!
– Mi comida preferida: cualquiera (sin carne criada para ser comida) de Andalucía.